BUENOS DÍAS, SEÑOR
Son preciosos,
intensos y variados,
Los colores de
imponente amanecer,
Se perfilan en
todo el horizonte,
exhalando testimonio
de poder.
Pintan el
cielo en forma esplendorosa,
Que un pintor
avezado desearía,
Son un sencillo
dejo de tu gloria,
Testimonio de
tu sabiduría.
Empiezan a
cantar los pajaritos,
Completan la experiencia
con acierto,
Que ni el
músico más aventajado,
Podría lograr
tan único concierto.
Tu providencia
asoma en el sendero,
De pobres
hombres que con gran abrevio,
Que, absortos,
no perciben tus desvelos.
Puede que pisen
esa flor callada,
Que con amor
pusiste en su destino,
El devenir del
día les obsesiona,
Su turbación
les tuerce su camino.
Y así les
puede transcurrir la vida,
Lentos para advertir
cordial la calma,
Tardos en ver
tu amable “Buenos días”,
en amanecer que
les corteja el alma.
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